Una investigación realizada por un grupo de investigadoras del Ponce Research Institute y la Ponce Health Sciences University, (Puerto Rico),  ha comprobado el efecto perjudicial del estrés en la endometriosis, un trastorno ginecológico doloroso que se caracteriza por el crecimiento de tejido del endometrio fuera del útero. “Pudimos comprobar, en un modelo con ratas, la hipótesis de que el estrés empeora los síntomas de dolor y la inflamación de la endometriosis”, señala la doctora Idhaliz Flores-Caldera, bióloga molecular e investigadora en endometriosis.

En el estudio -en el que también participaron las doctoras  Caroline B. Appleyard, fisióloga; Annelyn Torres-Reverón, neurocientífica y Siomara Hernández, estudiante graduada-,  se indujo endometriosis  a ratas mediante un procedimiento quirúrgico. Luego, los animales fueron sometidos a un protocolo diario de estrés psicológico.

Se trata de la primera vez en el mundo que se ha podido probar en un modelo animal estos efectos en el trastorno femenino, una dolencia que puede ser incapacitante y que tiene alteraciones dramáticas en el estilo de vida y en la productividad de la mujer, además de que también puede afectar la relación sexual de pareja.

“Esto es importante porque pudimos proveer información científicamente probada sobre la importancia de controlar el estrés para el manejo de los síntomas de endometriosis”, agrega la investigadora.

Precisamente, destaca que pudieron ver claramente que el estrés causaba que las  lesiones de la endometriosis fueran más grandes, en mayor número y que la inflamación era mucho más severa “tanto en el peritoneo y hasta en el intestino”.

“También vimos que el estrés aumenta la expresión de los factores que   llevan el mensaje de dolor al cerebro, como el  de crecimiento de nervios y sus receptores”, explica Flores, además de  unos cambios a nivel del cerebro que pudieran tener un rol en cómo percibimos el dolor.

“Lo más importante de este experimento no es solo que demostramos que el estrés aumenta el tamaño de las lesiones y la inflamación sino que también pudimos demostrar que controlando el estrés en las ratas, se lograba disminuir su tamaño y la inflamación”, agrega la investigadora.

Este estudio, que sigue en etapa de investigación,  ha sido publicado en reconocidas revistas científicas y la doctora Flores indica  que han recibido considerable atención a nivel mundial por estos hallazgos. “Nuestros resultados sugieren que el uso de técnicas para el manejo del estrés ofrecen alternativas terapéuticas útiles para aminorar los síntomas y la progresión de esta condición”, afirma.

Trastorno incomprendido

Según explica la investigadora, la endometriosis se produce cuando células que normalmente pertenecen a la cubierta interior del útero (endometrio) se adhieren a los órganos de la cavidad abdominal (ovarios, trompas de falopio, vejiga o intestino). Esto responde a estímulos hormonales del ciclo menstrual y sangran en coordinación con el sangrado uterino, produciéndose inflamación y dolor. Se han reportado casos en que esto puede ocurrir tan temprano como con la primera menstruación.

Pero Flores dice que es más común entre los 20 y 30 años. “Hay  un mito que dice que el embarazo protege de la endometriosis pero la realidad es que eso sólo sucede mientras dura el embarazo. De hecho, se han reportado casos  de mujeres que desarrollaron endometriosis después del embarazo”.

Pero muchas féminas no buscan atención médica porque creen que el dolor pélvico que sufren con cada menstruación es normal o debido a que su médico le ha dicho que “debe vivir con eso”. Es lo que le pasó a Liza desde su adolescencia, cuando comenzó a tener episodios de dolor tan fuertes que cada mes tenía que faltar a sus clases por lo menos uno o dos   días. “Los maestros siempre me miraban con suspicacia, no podían entender que no me pudiera levantar de la cama debido al dolor”, recuerda la mujer, hoy de 34 años, quien ha logrado controlar la dolencia. Pero acepta que no ha sido fácil.

“En los primeros años el dolor era leve. Pero luego fue aumentando y había momentos en que no lo podía soportar”, cuenta Liza, quien dice que más de una vez tuvo que acudir a una sala de emergencias. Además, recuerda que también venía acompañado  de  una sensación de malestar general,  pesadez abdominal, fatiga  y fluctuaciones de estado de ánimo.

Ya para el momento del diagnóstico, un médico le llegó a decir que debía acostumbrarse a que  le iba a pasar mensualmente y que para aliviarlo debía tomar anti-inflamatorios y analgésicos. Afortunadamente,  eventualmente la pusieron en un tratamiento hormonal con el que ha logrado controlar la progresión de la dolencia.

“Tener un dolor durante la menstruación que te incapacita, que te impide ir al trabajo o a la universidad, no es normal. Pero todavía, desafortunadamente, se cree que es parte de ese ciclo; inclusive dentro de la misma clase médica hay quien le dice a la paciente: ‘Toma un analgésico y descansa’. El mensaje detrás es que tienes que aprender a vivir con el dolor y eso es completamente erróneo”, subraya la doctora Flores, quien destaca que aunque este tejido puede invadir otros órganos, la endometriosis no es un cáncer.

En ese sentido, la investigadora señala que el  poco conocimiento sobre la endometriosis y su impacto en la vida de quien la sufre, causa que muchas mujeres sean vistas como problemáticas, vagas o changas. Al punto que muchos hasta llegan a pensar  que se inventan el dolor como una excusa para no cumplir con sus deberes o responsabilidades.

Por eso, ante el primer síntoma de dolor severo se debe acudir al médico, recomienda la investigadora. No importa si eres una adolescente o una adulta. Más que nada, porque pueden ser las primeras señales de la endometriosis.

Según Flores, estudios que se han hecho en Harvard demuestran que hasta un 70% de las pacientes adolescentes que el médico puso en pastillas anticonceptivas (que es una de las maneras de ayudar a mejorar el dolor de la menstruación) y no respondieron a ese tratamiento, cuando les hicieron una laparoscopía (procedimiento quirúrgico) ya tenían endometriosis.

De hecho, destaca que muchas veces pasan entre nueve y diez años antes de que se haga el diagnóstico de la enfermedad. Tiempo en el que la mujer o la adolescente vive con dolor extremo, mientras la enfermedad sigue progresando.

De ahí la importancia de concienciar que, aunque se trata de una enfermedad progresiva que todavía no tiene cura, hay alternativas de tratamiento para ayudar a lidiar con el dolor, evitar el progreso de la enfermedad y preservar la fertilidad.

Tratamiento que alivia

Según explica la doctora Flores, la endometriosis no tiene una cura definitiva, pero existen varias estrategias de tratamiento que ayudan a aliviar los síntomas. Entre ellos, menciona el control hormonal  con pastillas anticonceptivas porque tienen estrógenos y progesterona y eso ayuda a regular el ciclo, además de disminuir la secreción de prostaglandinas, hormonas que causan dolor.

“También hay otros tipos de medicamentos, como los agonistas de la gonadotropina (que quitan el ciclo menstrual). Pero no se puede dar por más de seis meses porque puede atrofiar las lesiones de endometriosis, además de que lleva a la  mujer a una menopausia artificial temprana y súbita (lo que produce síntomas que también son incómodos)”, advierte la investigadora.

Luego de los seis meses,  la mujer reporta mejoría de los síntomas, generalmente, por un año, pero al cabo de ese tiempo, dice Flores,  más del 50% de las mujeres reporta la recurrencia de los síntomas. “Hay varios estudios clínicos que se están llevando a cabo para buscar nuevos métodos de tratamiento pero la realidad es que todavía no hay  nada nuevo en el mercado”, indica, mientras destaca la complejidad de la enfermedad.

Por eso recomienda que el tratamiento sea multidisciplinario. Quiere decir que  se deben integrar otras estrategias. Entre ellas, nutrición adecuada, ejercicios, manejo de estrés, así como visitas al gastroenterólogo, urólogo, especialista en dolor crónico, fisiatra y el psicólogo o consejero para manejar el estrés.

También menciona la importancia de hacer ejercicios para el  fortalecimiento de los músculos del piso pélvico. Según publica MedlinePlus, un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, estos ejercicios ayudan a fortalecer los músculos bajo el útero, la vejiga y el intestino (intestino grueso).  “Un ejercicio de estos es como simular tener que orinar y luego contenerse”, indica la información, pero destaca que es  importante encontrar los músculos correctos que vas a contraer.  Por eso recomiendan que la próxima vez que tengas que orinar, empieces a hacerlo y luego pares. “Los músculos de la vagina, vejiga o ano se deben poner tensos y suben,  son los músculos del piso pélvico. Si   los sientes apretarse o tensionarse, has realizado el ejercicio correcto”.

Otro tratamiento es mediante una laparoscopía, en la que el ginecólogo “quema” las lesiones de endometriosis visibles lo cual disminuye significativamente el dolor. “La selección de la terapia depende de la severidad de los síntomas, la localización y extensión de los implantes, el deseo de quedar embarazada y la edad de la paciente. Y, aunque los tratamientos actualmente disponibles pueden tener efectos secundarios, estos pueden ser minimizados mediante la utilización de terapia de reemplazo hormonal”, indica Flores, tras enfatizar que el impacto de esta condición en la calidad de vida es inmediato y, por lo tanto, debe tratarse a tiempo para evitar otras complicaciones.

“Si no se trata, puede causar infertilidad, la necesidad de cirugías más agresivas, como remover el útero y se pueden afectar otros órganos, como el intestino y la vejiga lo que puede llevar a otras medidas extremas”, advierte Flores.

Fuente: elnuevodia.com